Sé fructífero y multiplícate

Josman Proudinat | 2024-01-01

Descubre cómo ser fructífero y multiplicarte según el diseño de Dios. Aprende los enemigos que impiden dar fruto y los diferentes tipos de frutos que debes producir.

En nuestro contexto cultural contemporáneo, enfrentamos diferentes desafíos que pueden dificultar nuestra capacidad para dar fruto y multiplicarnos. Sin embargo, desde el principio de la creación, Dios nos diseñó con un propósito claro: ser sumamente fructíferos. En Génesis 1:27-28, leemos cómo Dios bendijo al hombre y a la mujer con las palabras "Sean fructíferos y multiplíquense". Esta es nuestra naturaleza original, nuestra vocación divina.

Dar mucho fruto:

Jesús nos llama a dar "mucho fruto" en Juan 15:8. No estamos destinados a dar solo un poco de fruto, sino a producir una abundante cosecha. Si el año pasado diste algo de fruto, este año tienes que dar más. Cuando damos mucho fruto, glorificamos al Padre y mostramos que somos verdaderos discípulos de Jesús.

Los enemigos del fruto:

Aunque fuimos creados para dar fruto, hay enemigos que se interponen en nuestro camino. Jesús identificó cuatro obstáculos en Mateo 13:18-23:

1. Falta de entendimiento: Cuando no entendemos la Palabra de Dios, el maligno puede arrebatar lo que ha sido sembrado en nuestro corazón.

2. Falta de raíces (superficialidad): Si no nos arraigamos profundamente en la fe, cuando surgen problemas o persecuciones debido a la Palabra, nos apartaremos rápidamente.

3. Preocupaciones de la vida: Las preocupaciones cotidianas pueden ahogar la Palabra de Dios y evitar que dé fruto en nuestra vida.

4. Engaño de las riquezas: El afán por las riquezas y los placeres del mundo pueden desviar nuestra atención de Dios y evitar que demos fruto.

Ser fructífero y multiplicarse:

En Génesis 1:29, vemos que todo fruto trae semilla. La multiplicación es algo natural cuando tenemos fruto, ya que la semilla se reproduce en tierra fértil. Nuestra llamada es ser fructíferos en diferentes áreas de nuestra vida:

1. Frutos del Espíritu: El Espíritu Santo produce en nosotros amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio (Gálatas 5:22-23). Este año debemos buscar una transformación mayor en nuestra persona a través del trabajo del Espíritu Santo.

2. Frutos de arrepentimiento: Nuestro testimonio personal puede llevar a otros al arrepentimiento y a entregar su vida a Jesús (Lucas 3:8). Este año esperamos ver una gran cosecha de personas volviéndose a Dios.

3. Fruto de alabanza: Ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, el fruto de nuestros labios que confiesan su nombre (Hebreos 13:15). Este año debemos darle al Señor el fruto de nuestra adoración extravagante todos los días.

4. Fruto de familia y trabajo: Cuando tememos al Señor y seguimos sus caminos, disfrutamos del fruto de nuestro trabajo y nuestra familia es bendecida (Salmos 128:1-4). Esperamos ver al Señor bendiciendo cada área de nuestras vidas.

5. Fruto de oraciones contestadas: Si permanecemos en Jesús y sus palabras permanecen en nosotros, podemos pedir lo que queramos y se nos concederá (Juan 15:4, 7-8). Este año esperamos ver un incremento de oraciones contestadas y la manifestación del poder de Dios en nuestras vidas.

Como creyentes, debemos vivir nuestros días en fe, confiando en que Dios cumplirá su promesa de hacernos fructíferos y multiplicarnos. Entreguemos nuestros primeros frutos con la expectativa de que durante el año veremos una abundante cosecha. Crezcamos en nuestro entendimiento de la Palabra de Dios, arraiguémonos profundamente en la fe, dejemos las preocupaciones mundanas a un lado y busquemos la presencia del Espíritu Santo para ser transformados y dar mucho fruto para la gloria de Dios.

¡Este año seremos fructíferos y multiplicaremos en todas las áreas de nuestras vidas!

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